La pérdida de un hijo la obligó a replantearse su futuro: dejó de trabajar y estudiar para ser mamá. Años después, sus hijas le dieron el impulso para seguir estudiando en la U Fidélitas
La vida nos obliga a superar todo tipo de pruebas, algunas tan difíciles como la pérdida de un hijo antes de su nacimiento. Esta fue la situación a la que se tuvo que sobreponer Lindsay Corea, una dedicada y estudiosa mamá de la Universidad Fidélitas.
A los 15 años conoció a quien hoy es su esposo, Marcelo Mata. Él la ha acompañado “más de la mitad de mi vida y un poquito más”, dice entre risas. A los 24 años se casó, y desde que salió del colegio comenzó a estudiar Imagenología (Imagen Médica).
Empezó a ejercer la carrera desde antes de graduarse. Sin embargo, a los pocos meses de comenzar su práctica profesional, se comenzó a sentir mal.
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“Resultó que estaba embarazada. Fuimos a la cita y nos dimos cuenta que el bebé no tenía latidos en el corazón. Parece que el bebé, por el exceso de radiación y por mi condición (es muy sensible a la radiación), (…) se le salió el corazón del tórax. Él no pudo sobrevivir”, cuenta.
El doctor le comunicó que, si deseaba tener hijos, no podía exponerse más a la radiación. Aunque ya se había graduado y estaba colegiada, su objetivo primordial era ser mamá: “Renuncié a todo. Dejé eso atrás”.
Mejor decisión
Al poco tiempo Lindsay se dio cuenta de que había tomado la decisión correcta: unas semanas después quedó embaraza de Isabela, hoy de 7 años. “Ella vino a cambiarme el mundo completamente. Es una líder. Ella es increíble”.
Tres años después llegó a sus vidas Luciana, quien este año cumplió 4 años. Una niña extrovertida y que llena de alegría todos los rincones de la casa, asegura.
Aunque se dedicó por completo a ser mamá, aprovechó para estudiar Salud Ocupacional. Eso le abrió las puertas y hoy trabaja para Intel. Sin embargo, una idea le comenzó a rondar su mente: ser una ingeniería industrial.
Vencer el miedo
Cuando su esposo se graduó como ingeniero electromecánico de la Universidad Fidélitas, se comenzó a preguntar: ‘¿será que puedo llegar a ser una ingeniería?’.
Su interés comenzó cuando vio de cerca los procesos de producción en Intel, y su deseo se intensificó cuando vio todo lo que su esposo había aprendido. Sin embargo, un sentimiento la detenía de tomar el paso: ¡miedo a las matemáticas!
“Pensaba que era muy difícil. Y cuando vi el plan de estudios de Ingeniería Industrial de la Universidad Fidélitas pensaba: Cálculo uno, Cálculo dos, Cálculo tres. Dios mío en qué me voy a meter. Incluso, es hasta muy machista decirlo, pero uno piensa que las ingenierías son solo para hombres”.
“Mi esposo pasa leyendo libros, actualizando, y esa parte me motivó mucho. Siento mucha admiración por él. Una conversación (con él) me hizo tomar esa decisión”, agregó Lindsay.
Finalmente, venció todos sus temores y hoy está muy emocionada con su carrera: “Ya llevo dos años, me gusta muchísimo la carrera. Cada día me gusta más. He superado los cálculos. Nunca me imaginé que podía ser tan buena en algo. Ahí es cuando uno se da cuenta que todo está en la mente”.
Mamá estudiante
Lindsay no niega que el asumir la responsabilidad de ser mamá, esposa y estudiante requiere esfuerzo y dedicación: “Ha sido muy difícil. A veces uno se siente cansado. Sin embargo, cuando uno es mamá, uno se da cuenta de que no hay opción para rendirse”.
En medio de todo ese ajetreo, algo le llamó la atención de su hija mayor: “Isabella siempre me pregunta si tengo clases y está muy pendiente. Me comencé a preocupar y le pregunté: ‘¿por qué te inquieta tanto saber si tengo o no clases en la Fidélitas?’”.
La respuesta que le dio a Lindsay la conmovió muchísimo: “Mamá, es que me encanta verte aprender”.
“Esas son las cosas que a uno realmente lo motivan. A salir adelante”, continúa contando sobre su experiencia al convertirse en una mamá estudiante.
Esta experiencia no quiere que pase desapercibida. Lindsay está segura de que su ejemplo puede inspirar a muchas otras mamás que quieran superarse profesionalmente: “Yo sé que soy una inspiración para mis hijas, entonces quiero convertirme en esa mujer que ellas admiren y quieran alcanzar a ser (…). Por eso, uno nunca debe dejar de estudiar y aprender. Que nunca se cansen de aprender, de luchar, que sean mujeres empoderadas”.
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